top of page

TODO EMPIEZA CON EL PRIMER LATIDO

Foto del escritor: Sayako AntonaSayako Antona

Tengo ganas de gritar a los 4 vientos que.. ¡¡estoy enamorada!!


A veces hacemos las cosas, le damos forma, porque queremos crear o alcanzar algo. Damos forma a una idea, a un sueño, a un deseo. Y una vez creado, le vamos dando vida a esa creación y la vamos llenando.


Otras veces estamos tan metidos y absortos viviendo cuanto acontece en el día a día de manera natural que ni nos enteramos de que en realidad estamos creando, alimentando y dando vida a algo que ni nos imaginamos. Y de repente uno abre los ojos y se encuentra con algo ya con vida propia, algo que da forma y recoge todo lo vivido hasta ese momento. Algo a través de lo cual su fondo se empieza a canalizar y dejar ver a través de ese formato.


La diferencia entre una y otra es como decidir tener una relación con una persona y luego hacer malabares, es decir, hacer lo que podamos con lo que nos encontramos para intentarlo encajar con esa idea de pareja. O que una relación se vaya dando de manera natural y de repente verse en algo con ya, mucha vida y sustancia…


Seguro que si os pensáis en dos ejemplos vividos en ambas situaciones podéis sentir en este instante la diferencia. Construir desde uno u otro lado, así como las sensaciones que producen,

nada tienen que ver.



Una simple pero clara intención


Cuando empecé a tocar Taiko, sobre todo cuando lo retomé después de varios años de parón, jamás se me pasó por la cabeza dar clase. Lo hacía para mí, simplemente para aprenderlo.


Cuando empecé a dar clase ni por asomo pensé en crear una escuela. Sucedieron situaciones varias que me enfrentaron a la posibilidad de no poder seguir tocando, aprendiendo. Con ello a sentir fuertemente un “NO, NO, NO, ni hablar, yo quiero poder ensayar”. Con mucha mucha resistencia, pero no mayor al deseo e intención de poder seguir aprendiendo, lancé varios intensivos en verano que para mi sorpresa se llenaron de una vez. No pensaba continuar pero todo cuanto fue sucediendo desde entonces ha sido un no parar y ha dado vida hoy a TAIKO O KOETE: LA ESCUELA.


Aunque en la forma La Escuela es un lugar al que se va a aprender Taiko, en el fondo se mueve mucho más. Es el punto de unión que da forma, a través de unos taikos, a la energía de toda y cada una de las personas que la hacemos posible: esa ilusión, pasión, apoyo, colaboración, comprensión, flexibilidad, ganas, motivación, curiosidad, risa, fuerza, sensibilidad, tenacidad, naturalidad, valentía… que trascienden las clases, los ensayos y los bolos…


La Escuela no es una idea mía. Es una creación conjunta que yo solo he ido moldeando. Algo que no podría hacer sin la generosidad de sus miembros, que no alumnos, cuando me ofrecen en cada sesión, y fuera de ella, todo ese valioso intangible que yo recojo para dar forma y estructura a esa clase creada para ellos. Bueno, para todos. Porque cada una acaba siendo siempre un enorme regalo para mi.


Yo no ideé mi forma de vida. Pero un fuerte pulsar dio vida a una hermosa creación que me tiene totalmente enamorada.


"Todo empieza con el primer latido del corazón"




Comments


bottom of page