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EL TAIKO DE ARRIBA

En las clases y procesos siempre me refiero al “Taiko de abajo” y al “Taiko de arriba”. Muchas veces queremos avanzar en nuestro golpe, en nuestro resultado. Y me he dado cuenta de que si queremos cambiar lo que sucede en “el taiko de abajo” primero hemos de modificar lo que sucede en “el taiko de arriba”.




Existe el taiko de abajo y el taiko de arriba.

Existe el taiko que se ve y el taiko que, aunque no se vea, está. Y CREA.⁠

El taiko de abajo


Todos sabemos que nuestro cerebro está dentro de nosotros y no tiene contacto directo con el exterior. ¿Cómo es entonces capaz de dar respuestas adaptativas (o por lo menos eso intenta) a cuanto acontece en el exterior?


Nuestros sentidos son las antenas que recogen información del entorno. Y llevan dicha información en forma de impulso nervioso a los centros de procesamiento de información. Es decir, a nuestro cerebro, el centro encargado no sólo de procesar toda esa información, sino también de darle un significado a dicha información. En función de este significado el cerebro da una orden al resto del cuerpo, de actuar o no. De hacer, o no. De decir, o no. Y también, de cómo hacerlo en función de sus registros.


Nuestros sentidos, por cómo están diseñados, sólo tienen la capacidad de captar una pequeña parte de la información del entorno. Es decir, nuestros sentidos están limitados. Muy limitados.


Muchas veces basamos nuestras decisiones y acciones en aquello que nuestros ojos ven, nuestros oídos oyen, y nuestro cerebro interpreta en base a una información subjetiva basada en la experiencia personal, en la educación recibida, en la cultura adquirida. Es decir, en una muy ínfima parte de todas las posibilidades que existen en el universo.


Somos capaces de decir que lo que nuestros sentidos no captan, no existe. Y aunque el perro escuche con un silbato un sonido de una frecuencia mayor que la que nuestro sistema auditivo es capaz de captar, muchos afirman que ese sonido, esa frecuencia, esa vibración, no existe. Porque no la ven. Porque no la escuchan….


Y así vamos. Dando respuestas y golpes limitados, distorsionados, y disfuncionales, por sólo tener en cuenta el taiko que se ve. El taiko de abajo.


El taiko de arriba


¿Quiere decir que si mis sentidos son limitados y que la información que recibe mi cerebro a través de ellos también lo es, entonces mis acciones, mis golpes, mis resultados están limitadas?


Afortunadamente la respuesta es NO. No estamos limitados. Siempre y cuando trabajemos con la totalidad de lo que somos. Pues somos mucho más que un cuerpo y un cerebro. Aunque no lo veamos.


Generalmente ponemos foco en el golpe como objetivo cuando no somos conscientes de que éste es siempre una consecuencia de algo previo que lo ha generado.



" Cuando modificamos la energía que impregna nuestras acciones,

cuando modificamos la intención de nuestra acción,

sólo entonces, el golpe y el resultado, cambia. "


La vida es un reflejo


Cuando modificamos lo de arriba, el reflejo, lo de abajo, cambia solo. Sin hacer nada. De forma natural, fácil y fluida. La teoría parece fácil. Sin embargo llevarlo a la práctica diaria no lo es tanto.


Entre otras cosas porque nos empeñamos en vivir cambiando el golpe en el taiko de abajo, que es lo que nuestros sentidos ven, oyen y tocan. Cuando, paradójicamente, lo verdaderamente difícil es vivir queriendo mejorar en cada golpe, en cada situación o actuación, mientras nos mantenemos aferrados a un taiko que por mucho que hagamos, cambia rápidamente pero sólo en apariencia. Ya que si se toca desde ahí, al parar de golpear y cuando se calman las aguas vuelve a aparecer con nitidez la misma imagen de siempre: exactamente, el reflejo de lo de arriba.





Taiko o Koeté "La Escuela" en la Feria Internacional de las Culturas

Matadero - Madrid 2018



 


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